Por Carolina Ricaldoni*
Ni bien las chicas me realizaron la propuesta de llevar adelante el taller de escritura me pareció increíble: 20 mujeres reunidas en un taller para desencantarse e imaginar mundos utópicos, distópicos y otras realidades posibles.
Fue entonces cuando me sumergí en un mundo de lecturas completamente diferentes a las que acostumbraba, donde se cruzaban nociones sobre feminismo, crítica social e imaginación. ¿Cómo era posible? Pues sí, otras personas lo habían realizado y ahora sería nuestro turno: a imaginar, a dar vida a nuevos personajes y ambientes, a realidades tangencialmente distantes, proyecciones de un hoy en una sociedad creada a partir de nuestras configuraciones y crítica social.
El primer disparador comenzó a partir de la frase de Antonio Gramsci: “El viejo mundo se muere; el nuevo tarda en aparecer; y en ese claroscuro nacen los monstruos”.
Al respecto, me pegunto aquí y les pregunto a ustedes lo siguiente: ¿estamos en una época de transformaciones estructurales propicia para que nazcan los monstruos?
Pues, parece que sí. La chispa creativa se encendió y comenzaron a germinar los escritos.
Luego del primer encuentro, fuimos aún más allá y comenzamos con la ciencia ficción, el mundo fantástico, y lo surrealista: ¿qué aloja nuestro inconsciente?, nos peguntamos y nos lanzamos a nuevas historias en un territorio sumamente fértil.
Entonces podemos continuar con la pregunta: ¿estamos viviendo un profundo cambio de paradigma en las relaciones de género como para ser las protagonistas de una nueva literatura?
Para dar respuesta a este interrogante los invito a leer los textos de las participantes del taller.
Esto no termina aquí. Seguiremos recorriendo este territorio donde sembrar nuestras semillas y esperamos que sea con creatividad colectiva.
¡Muchas gracias!
* Es mujer, madre y feminista en constante redefinición. Lic. en Comunicación Social, UNLP. Ejerció el periodismo en diarios de Argentina y Bolivia y actualmente se desempeña como correctora, asesora literaria y profesora. De nacionalidad argentina, boliviana por elección, reside actualmente en Samaipata.